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“Crímenes de familia”: cuando el cine argentino una vez más nos da lecciones

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Inspirada en hechos reales, está protagonizada por Cecilia Roth y Yanina Avila, una chica de 33 años, que hasta entonces era una empleada municipal en su humilde localidad natal, y obtuvo por el rol desempeñado en el film el Premio Sur a la Mejor Actríz Revelación.


Entre tanta oferta de las plataformas, saber buscar aquello que vale la pena ver no importando el año de estreno, es un trabajo. Buceando en el cine latinoamericano llego a este film de suspenso dramático del mismo autor que El Patrón (2013), film en que hasta hoy permanece grabado en mi retina.

Crímenes de familia es una historia desgarradora, emotiva, en la que mediante el recurso de repeticiones de imágenes que son clave para ir comprendiendo lo que sucede y sucederá, es por lejos unos de los films argentinos del último tiempo, que descolla por su guión, la dirección de actores y el desempeño de los mismos; el ritmo pausado donde el suspenso pende minuto a minuto. Atrapa de principio a fin y los vuelcos que da nos pillan completamente desprevenidos. Su director y guionista – Sebastián Schindel- usa el recurso de entrelazar los tiempos en presente y pasado con maestría.

Eso sí, no hay que perder nunca la atención, ésta no es una película para distraerse. Hay detalles que explican escenas y sus desenlaces. Hay que afinar el ojo en cada plano, no en los diálogos, sino en los planos secuencia. El que se despista debe rebobinar.

El film arranca con un plano donde vemos un oscuro pasillo en cuyo fondo se percibe a una mujer que trapea un piso. Ese mismo inquietante plano se repite varias veces. A medida que la trama avanza comprendermos que ese plano es clave.

En el acomodado barrio bonaerense de Recoleta vive un matrimonio junto a su empleada doméstica puertas adentro y al pequeño hijo de ésta. La dueña de casa, en magistral interpretación de Cecilia Roth, se ha hecho cargo del niño como si fuera propio.

Su madre, la sirvienta, es casi analfabeta y poco y nada sabe de cómo relacionarse con los demás y de cómo asumir la crianza de su hijo. Es su patrona altruista que se ha esmerado con dedicación al tema. La chica ha venido del campo, donde se crió prácticamente sola, con un padre maltratador.

Vemos abrirse la puerta de una celda. Es la sirviente que ha sido encarcelada por incurrir en un grave delito. Aún no sabemos de qué va. Vendrán los juicios, las declaraciones cruzadas de distintos testigos del hecho aparentemente aberrante que esta mujer cometió en casa de sus patrones.

En paralelo este matrimonio de clase alta enfrenta la compleja situación de su único hijo quien ha sido demandado por su mujer y también se encuentra en prisión.

Dos presos, dos causas distintas, dos juicios paralelos y un matrimonio acomodado que intenta solucionar a como dé lugar ambas situaciones.

La mirada baja de la sirvienta, su ignorancia y resignación y completa ausencia de recursos para comprender lo que está viviendo, nos permite reconocer  la brecha social y cultural que existe en gran parte de Latinoamérica. Podría ser Chile, perfectamente podría serlo. Por lo mismo el film nos produce identificación. Es una historia que funciona en la Argentina de la misma manera que funciona en otros países de nuestro continente. Es allí donde se cumple la vieja máxima que reza: “Una buena historia es aquella que trasciende fronteras”.

Drama y suspenso sostienen esta obra que nos lleva a un viaje donde las piezas del puzzle van encajando a medida que pasan los minutos. Lo que no sospechamos es el desenlace. Y es justamente allí donde el guión de Sebastián Schindel da su golpe de gracia. El final no es abierto, no hay nada que no termine de amarrase. No hay trampa. Algo que se agradece y se felicita. Hay múltiples películas que concluyen de manera desconcertante a punta de pirotecnia, sin que nada sustente la pirueta.  En Crímenes de Familia el que he llamado “ golpe de gracia” es resultado de la maestría de un buen contador de historias.

El cine chileno de fines del siglo XX y del XXI por cierto que tiene películas notables pero es un hecho innegable que los buenos contadores de historias no son nuestro fuerte. El guionista es la pieza fundamental en la realización cinematográfica y de ello adolecemos mientras en el vecino país nos llevan gran ventaja. Difícil saber por qué. Quizá en Chile aún no le hemos tomado el peso al valor del guionista. El que tiene a llave para atraparnos, conmovernos e identificarnos.

Ficha técnica:

Título : “Crímenes de familia”. Estrenada en 2020. Considerada por la crítica y el público un éxito de Netflix a nivel mundial.

Plataforma donde ver: Netflix

Director: Sebastián Schindel. Director y guionista argentino, considerado a sus 50 años edad una de las figuras más relevantes y consolidadas latinoamericano.

Autor de once films, entre ellos “El Patrón” protagonizada por Joaquín Furriel.

Reparto: Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Sofia Gala y Yanina Ávila (debutante).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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